Semanas atrás escuchamos que la causa de muerte más frecuente entre jóvenes es el suicido.
Un dato que nos heló la sangre. Nos entristeció muchísimo.
El suicidio es consecuencia absoluta de una pésima gestión de la salud mental por parte de las instituciones. Las largas (y casi infinitas) listas de espera en psiquiatría en la seguridad social hacen que este problema sea mayor y de difícil solución.
El acceso a un psicólogo privado puede oscilar desde los 38€ por consulta a los 75€. Es una atrocidad. Si la necesidad de asistencia es semanal (como en casos de acoso, TCA, violencia de género…), la familia debe destinar una media de 200€ al mes como mínimo al tratamiento de su salud emocional y mental. Un importe que no en todos los casos es asumible para las familias y que, además, muchas veces no tienen recursos conductuales para ayudar a sus familiares.
La salud mental no puede ni debe seguir siendo un tabú en una sociedad desarrollada como es la nuestra. Nuestros jóvenes deberían estar preocupados y ocupados eligiendo su desarrollo profesional, sintiendo el amor por primera vez o disfrutando de su ocio. No deberían tener que llegar a querer quitarse la vida.
Saber cómo detectar que tu hijo tiene un problema de salud emocional y poder ayudarlo es el principal paso y para ello necesitamos información y recursos.
Una de las cosas que más nos gusta verbalizar de nuestro seguro de salud en las formaciones, son las líneas médicas telefónicas. Unas líneas médicas gratuitas y de acceso libre para estos casos. Orientación, apoyo, ayuda: esto es lo que deberían encontrarse aquellos jóvenes que, sin saber por qué, ya no ven sentido a seguir vivos.
Ansiedad, estrés, falta de motivación, acoso, maltrato, violencia, divorcios, drogadicciones, frustración o falta de autoestima son los principales motivos de depresión entre nuestros jóvenes.