Si hay algo que sabemos que va a suceder desde el momento en el que nacemos es que no somos eternos. Esta certeza nos permite organizarlo todo y disponerlo de manera que ante un fallecimiento repentino, los nuestros puedan seguir haciendo su vida con la máxima normalidad posible.
Esta motivación es aún mayor si tenemos hijos. Nuestra idea primaria es la de que no les falte de nada y que puedan mantener el ritmo de vida que tienen.
Por otro lado, hoy en día asumimos hipotecas que podemos no dejar pagadas al completo ante nuestro fallecimiento y esto sería un agravamiento para nuestros familiares.
Por todas estas cosas y alguna otra más nace el seguro de vida. El seguro de vida es la carta de amor que empezarás a escribir cuando te pongas en contacto con nosotros. Una carta de amor que te dará la posibilidad de dejar todo bien atado ante una pérdida. Con el capital del que dispongas en el seguro de vida tu familia podrá asumir el coste de la hipoteca, mantener el nivel de vida, cubrir gastos adicionales por tu pérdida.
Pero no solo las personas con hijos son susceptibles de contratar este seguro. Hay un porcentaje de personas que hoy en día no se encuentran en esa situación y por lo tanto el seguro de vida irá destinado a ellos mismos. Por ejemplo, ante una incapacidad grave, una enfermedad terminal o un accidente, el tomador de esta póliza podrá disponer de un capital adicional para asumir su nueva vida. En algunas ocasiones esto supondrá la compra de un coche adaptado, la remodelación de su vivienda o tratamientos más específicos.
El seguro de vida es el mayor seguro de protección. Nos permite seguir con nuestras vidas ante imprevistos. Esos imprevistos que sí, que suceden, Y si tenemos algo claro es que nunca sabremos cuándo, cómo y dónde sucederán.